Washington y Nueva York. Críticas contra México de políticos, “expertos” y medios en Estados Unidos continuaron esta semana, en parte nutridas por derechistas partidarios de una respuesta militar a los traficantes de fentanilo y que además expresan ira por el llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador a los latinos para que voten contra quienes no respetan la soberanía mexicana.
El gobierno de Joe Biden, en declaraciones ante el Congreso y en ruedas de prensa, ha buscado resaltar la cooperación positiva con su vecino del sur.
Sin embargo, persiste la narrativa negativa sobre México, ahora alimentada por el secuestro de cuatro estadunidenses en Matamoros, dos de ellos asesinados, y ante la epidemia de sobredosis por fentanilo, todo adjudicado a los cárteles mexicanos.
Al mismo tiempo, hay medios que describen el proyecto de reforma electoral (plan B) como un intento de minar la democracia en México.
La mayoría de los titulares noticiosos en Estados Unidos se enfocaron en los últimos días en la crisis de bancos, la guerra en Ucrania y la red TikTok. Sin embargo, varios políticos, en su mayoría republicanos conservadores, junto con analistas y think tanks (laboratorios de ideas), lograron colocar la relación con México en la agenda política nacional.
No sólo republicanos
Ahora no son, como al principio de esta oleada, sólo republicanos los que critican a México.
El influyente presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el demócrata Bob Menéndez, rechazó llamados de algunos de sus colegas republicanos para declarar a los cárteles mexicanos como “terroristas” y así considerar el uso de fuerza militar estadunidense contra esas bandas.
Pero en el noticiero nacional Meet the Press, de NBC News, comentó que “la realidad a lo largo de las comunidades fronterizas es que los cárteles son los que mandan y no el gobierno de México”.
Agregó que “México tiene una responsabilidad primero y suprema ante sus propios ciudadanos de establecer seguridad dentro de su propio territorio, como también para los que visitan ese país. Por eso tenemos que incrementar, y de manera dramática, nuestra interacción con México. Ya no puede ser sólo sobre economía, también tiene que ser sobre seguridad”.
Conservadores suman voces
Los republicanos conservadores, complacidos porque lograron imponer su narrativa sobre México en el debate político en Washington –todo, obviamente, parte de una estrategia electoral–, no se cansan de repetirlo. Después de que tres de ellos promovieron la idea de autorizar el uso de fuerza militar contra los cárteles, otras voces se siguen sumando.
La legisladora derechista Marjorie Taylor Green, feroz aliada de Donald Trump, afirmó este jueves que la frontera con México “es uno de los lugares más peligrosos del mundo” y que “estamos en guerra contra los cárteles mexicanos, por lo cual estoy copatrocinando una legislación para autorizar el uso de fuerza plena de nuestros militares contra estos hampones y asesinos”.
En otro frente, el presidente del poderoso Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, el republicano Jason Smith, condenó los comentarios de López Obrador sobre impulsar una campaña para disuadir a latinos de votar por quienes atacan a México.
“Comentarios recientes sobre elecciones estadunidenses son completamente inaceptables y minan nuestros objetivos compartidos de promover la seguridad y el comercio pacífico entre nuestras naciones”, dijo Smith el lunes pasado, el mismo día que, al frente de una delegación legislativa bipartidista, se reunió en México con el mandatario.
La columnista Mary Anastasia O’Grady, del Wall Street Journal, que no se distingue por defender a gobiernos mexicanos, escribió que las propuestas republicanas de impulsar una reacción armada en México “es lo mejor que le ha pasado” a López Obrador en sus cuatro años en el cargo.
“Su política de no confrontación con los cárteles ha sido un fracaso”, dijo la comentarista, pero calificó de “locura” las propuestas de empleo de fuerza militar estadunidense.
“No sólo es una locura, es poco probable que altere la disponibilidad de narcóticos en las calles de Estados Unidos”, subrayó.
Otros medios se sumaron al debate. Un editorial del Chicago Tribune esta semana optó por enfocarse en la declaración del mandatario de que México no produce fentanilo. “La gran mentira del presidente López Obrador: no producimos fentanilo”, fue el titular.
El rotativo conservador The New York Post abordó en su editorial la reforma electoral bajo este encabezado: “México está matando a la democracia”.
En el Congreso
Las audiencias en el Congreso, que casi nunca generan noticias, fueron terreno fértil para el incremento de críticas contra México.
Esta semana, en una audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado sobre la relación con Brasil, el senador republicano Bill Hagerty interrogó sobre México al compareciente secretario asistente de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols.
“El presidente López Obrador declaró que México no produce fentanilo”, empezó el legislador, citó la frase exacta y preguntó si ese país no produce el narcótico.
Nichols respondió sencillamente: “El fentanilo es producido en México”.
Sin embargo, ante el intenso interrogatorio de Hagerty, el funcionario rehusó criticar al presidente mexicano sobre asuntos de seguridad pública y su esfuerzo antinarcóticos, y se limitó a responder: “Todos deberíamos estar haciendo más”.
El gobierno de Biden aparentemente se apega a un guion en el que, ante los ataques sobre todo conservadores, enfatiza los aspectos positivos de la cooperación con México.
El jefe de Investigaciones del Departamento de Seguridad Interna, Steve Cagen, en una audiencia “de campo” de la Cámara de Representantes en McAllen, Texas, subrayó que el gobierno tiene “grandes socios en México” y resaltó una unidad muy efectiva con la cual la parte estadunidense colabora en unas 60 pesquisas criminales.
Mientras se acercan las elecciones federales, incluida la presi-dencial de 2024, parece que estos ataques se intensificarán y México quedará como una “piñata” en la pugna electoral estadunidense.
El primero en proponer que Estados Unidos declare a los cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras” y detonar el debate fue el entonces presidente Donald Trump, en noviembre de 2019. El mismo que ahora busca la relección.
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