- Planteamiento
Recientemente, he tenido la oportunidad de ver en Netflix una película titulada “Swimmers” (2022), dirigida por la cineasta galesa de ascendencia egipcia, Sally El Hosani. La trama de este largometraje se centra en un par de jóvenes nadadoras sirias que, debido a la creciente violencia que se desata en su país de origen, se ven compelidas a migrar hacia Alemania con el fin de escapar de los peligros inherentes a una nación inmersa en un conflicto bélico y, al mismo tiempo, buscar mejores perspectivas de vida. A pesar de que la directora pudo haber optado por una representación más cruda, la película logra plasmar los riesgos y peligros que enfrentan los migrantes durante su exilio, incluyendo discriminación, abusos sexuales, extorsiones, trata de personas, el peligro de perder la vida y condiciones infrahumanas a lo largo de su travesía.
Tras la visualización de esta obra cinematográfica, mi mente se vio inundada por las imágenes de mi más reciente periplo al istmo de Tehuantepec, una zona donde las carreteras se ven abarrotadas por migrantes provenientes de diversas naciones centroamericanas, quienes caminan bajo un sol inclemente sin acceso a agua o comida, persiguiendo incansablemente el sueño de llegar a los Estados Unidos. En el transcurso de su trayecto, algunos mexicanos brindamos gestos de solidaridad, ofreciéndoles agua o alimentos; no obstante, en la mayoría de los casos, los migrantes son objeto de miradas cargadas de desconfianza, rechazo y discriminación. A pesar de que en Oaxaca la mayoría de los hogares cuentan con familiares que han emigrado hacia el norte -y todos nos quejamos de las condiciones inhumanas con las que nuestros compatriotas son tratados por los estadounidenses- seguimos perpetuando la discriminación hacia aquellos que se perciben como diferentes o que se encuentran en situaciones menos favorecedoras. En última instancia, la discriminación es reflejo de estructuras de poder en las cuales el grupo más vulnerable es sometido por aquel que ostenta un poco de mayor fuerza.
La migración es un fenómeno que ha sido parte de la experiencia humana a lo largo de la historia. Las personas se ven impulsadas a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor debido a factores económicos, políticos y sociales. En el caso de México, la migración de Centroamérica no es un fenómeno reciente. Desde hace décadas, los países centroamericanos han enfrentado desafíos económicos, políticos y sociales que han llevado a muchos de sus habitantes a buscar una vida mejor en México o en los Estados Unidos de América. Estas personas no abandonan sus países de origen por simple capricho, sino que se ven obligadas a hacerlo debido a la falta de oportunidades y a la violencia que azota a sus lugares de origen. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados más del 60% de los solicitantes de asilo en México provienen de países como Honduras, El Salvador y Guatemala, donde la violencia de las pandillas y la falta de seguridad son una constante. En fechas más recientes la migración de Venezuela, Cuba, Argentina y Haití ha aumentado de forma relevante principalmente por las condiciones económicas precarias y la falta de respeto a los derechos humanos en sus lugares de origen.
Es importante reconocer que la migración también puede generar tensiones para los países receptores. La llegada masiva de migrantes puede crear presión en los servicios públicos, como la salud y la educación, así como en el mercado laboral. Para abordar este fenómeno de manera integral, es crucial que los gobiernos de México y Centroamérica trabajen en conjunto, promoviendo la cooperación y la solidaridad para enfrentar las causas fundamentales de la migración.
Otro de los retos que la migración proveniente de Centroamérica hacia México genera es el de la seguridad interna. Es comprensible que la llegada masiva de migrantes pueda generar preocupación en la población, ya que existen temores relacionados con la delincuencia y el crimen organizado. Sin embargo, es fundamental evitar estigmatizar a los migrantes y reconocer que la gran mayoría de ellos son personas que buscan una vida mejor y no están involucradas en actividades delictivas.
En este sentido, es necesario implementar políticas de seguridad que protejan tanto a los migrantes como a la población local. Esto implica fortalecer la vigilancia en las fronteras para evitar el ingreso de personas con antecedentes criminales, así como también mejorar la cooperación con los países de origen para abordar las causas subyacentes de la migración, como la pobreza y la violencia.
- Perspectiva humanista
La perspectiva humanista necesaria en este tema implica reconocer que todos los seres humanos tienen derechos fundamentales y dignidad inherente, así como aceptar que las personas migran no por elección, sino por necesidad, debido a la falta de oportunidades y a la violencia que enfrentan en sus países de origen. Desde esta perspectiva, es esencial considerar el contexto y los factores subyacentes que impulsan a las personas a abandonar sus hogares.
Nuestra Constitución reconoce esta perspectiva humanista al establecer en su artículo 1º que en el territorio nacional (sin importar la forma en que los migrantes hayan llegado a él) todas las personas gozan de los derechos humanos reconocidos en ella y en los tratados internacionales, bajo el principio de universalidad que propugna que todas las personas tienen los mismos derechos humanos simplemente por su condición de ser humanos, sin importar su origen nacional, su raza, su condición socioeconómica ni sus circunstancias particulares.
Siguiendo con esta perspectiva, México recién firmó la Declaración de los Ángeles sobre Migración y Protección adoptada en junio de 2022 por 21 países del Continente Americano en el marco de la Cumbre de las Américas. En dicho documento México se comprometió a proteger la seguridad y la dignidad de todos los migrantes, independientemente de su calidad migratoria, y a respetar sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Al ser un país de migrantes, México tiene la obligación ética de fomentar la empatía y el entendimiento mutuo entre la población local y los migrantes. Superar los estereotipos y prejuicios es fundamental para construir una sociedad inclusiva y respetuosa de la diversidad. Es necesario promover la integración de los migrantes en la sociedad, brindándoles acceso a servicios básicos, educación y oportunidades laborales.
Debemos partir del reconocimiento que los migrantes son seres humanos con derechos y necesidades. Es fundamental garantizar su protección y bienestar, al mismo tiempo que se resguarda la seguridad de la población mexicana. Esto implica desarrollar políticas y programas que aborden los desafíos de seguridad de manera integral y regional que garanticen condiciones de trato digno, considerando tanto las particularidades de la migración como las necesidades de la sociedad receptora.
En conclusión, desde una perspectiva humanista, la migración proveniente de Centroamérica hacia México debe ser comprendida como el resultado de condiciones extremas y desesperadas que obligan a las personas a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor. Es fundamental abordar esta situación desde una perspectiva compasiva y solidaria, reconociendo la dignidad y los derechos de todas las personas involucradas. México ha demostrado su capacidad para acoger a los migrantes centroamericanos, pero es necesario fortalecer los esfuerzos y trabajar en conjunto con los países de origen para abordar las causas profundas de este fenómeno. La migración no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para fortalecer los lazos de hermandad y cooperación entre los pueblos.
Alberto Benítez Tiburcio
Abogado.