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La Unión Europea prohíbe que se laven las carcasas de pollo con cloro, algo común en Estados Unidos.
Negociar tratados comerciales puede resultar un trabajo arduo y tenso. Sobre todo cuando hay comida de por medio.
A la polémica surgida en Reino Unido por la posible llegada del pollo clorado estadounidensea sus supermercados después del Brexit, le anteceden otras que también incendiaron los ánimos en distintas partes del planeta.
La comida puede servir para establecer lazos con otras culturas.
Pero sobre gustos y colores no han escrito los autores. Y sobre seguridad alimentaria, tampoco. Lo que es normal en un país puede parecer un escándalo en otro.
En Estados Unidos, es legal lavar las carcasas de pollo en agua con cloro para matar los gérmenes. Pero en Europa, esta práctica se prohibió en 1997.
Estos son otros cinco alimentos que enfrentaron a dos países a la hora de firmar un tratado de comercio.
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Estados Unidos prohibió la importación de aguacates durante más de 80 años.
Estados Unidos se rehusó durante más de 80 años a permitir la importación deaguacates mexicanos. Su gobierno alegaba que estos infestados con moscas de la fruta y otros insectos.
Después de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, aumentó la presión para que EE.UU. retirara este veto y abriera las puertas del mercado, controlado hasta entonces por productores locales que vendían la fruta a un precio mayor.
"En los procesos de negociación siempre se usa a los aguacates como peones", afirmó a la BBC en 2003 Jerome Steyhle, responsable de la Comisión de Productores de Aguacates de California.
"Cada vez que el gobierno estadounidense intenta convencer al mexicano para que permita la importación de alguno de sus productos agrícolas, siempre sale el tema de los aguacates".
El país empezó a retirar las restricciones en 1997 y para 2016 ya importaba 1.700 millones anuales de aguacates de su vecino del sur, según la organización Aguacates de México.
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Costa Rica ha prohibido la entrada de aguacates mexicanos por temor a que extienda una plaga a sus cultivos.
Pero la guerra por el aguacate podría reiniciarse ahora que el presidente Donald Trumpquiere renegociar el TLCAN, al que describió como "el peor tratado de comercio" que Estados Unidos aprobó.
Hace unos meses, se reportó que algunos camiones llenos de aguacates estaban siendo devueltos a México en la frontera después de un choque entre ambos países por las importaciones de papas.
México tiene en la actualidad una disputa similar con Costa Rica e incluso ha presentado una queja por este tema ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El país centroamericano cerró a principios de año la puerta a la importación de aguacate mexicano tipo Hass por miedo a que contagie a sus cultivos de un agente infeccioso conocido como Mancha de Sol.
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En Estados Unidos, se administra hormonas a algunas reses.
Uno de los enfrentamientos más recordados causados por alimentos es el de la carne de res a la que se había administrado hormonas del crecimiento. Se trata de una práctica común en Estados Unidos.
Pero en 1988, la Unión Europea (UE) decidió prohibir el uso de muchas de estas hormonas.
La UE aseguraba que estas podían suponer un riesgo para la salud humana. En la práctica, resultaba ser un claro veto a la carne de res estadounidense.
Una década después, la OMC concluyó que esta restricciónno tenía una base científica e incumplía las obligaciones de los miembros de esta institución.
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La Organización Mundial de Comercio asegura que el veto a la carne de res con hormonas no tiene base científica.
Sin embargo, los europeos continuaron con su negativa a comprar este tipo de carne. El país norteamericano respondió con una subida de tasas a algunas importaciones de la UE.
"Los ganaderos estadounidenses crían a algunas de las mejores reses del planeta, pero las políticas restrictivas de la UE siguen denegando a los consumidores europeos el acceso a carne de Estados Unidos a precios económicos", afirmó el año pasado el secretario de Agricultura, Tom Vilsack.
"Durante muchos años, le hemos pedido a la UE que arregle un acuerdo que ha sido claramente violado pese a la promesa original de proveer un mercado favorable a la carne estadounidense", añadió.
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La crisis de las uvas que vivió Chile en 1989 causó pérdidas millonarias.
Chile vivió en 1989 la crisis de las uvas, que si bien no se dio en el marco de la negociación de un acuerdo comercial, provocó pérdidas millonarias a los agricultores chilenos.
La embajada de Estados Unidos en Santiago de Chile había estado recibiendo llamadas telefónicas en las que se amenazaba con contaminar con cianuro las exportaciones de fruta chilena a ese país.
La autoridad estadounidense responsable de regular los alimentos y los medicamentos, la FDA, incrementó los controles y halló este veneno en dos granos de uva sin semilla, aunque la cantidad no era letal.
La agencia suspendió las importaciones de fruta chilena. Una medida que emularon Canadá y Japón.
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Estados Unidos, Canadá y Japón suspendieron la importación de fruta chilena por temor a que tuviera veneno.
Augusto Pinochet, que entonces se encontraba en el poder, calificó el veto de "exagerado y catastrófico como un terremoto".
Los agricultores chilenos salieron a las calles a regalar miles de racimos de uva de exportación, un producto que no era común en los mercados locales, para demostrar que no había peligro.
Finalmente, ambos países llegaron a un acuerdo por el que la nación sudamericana se comprometió a aumentar los controles sanitarios.
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Los japoneses pedían a los europeos dejarles importar más vehículos a cambio de permitirles vender sus productos lácteos.
Japón empezó en 2013 a negociar un acuerdo de libre comercio con la UE. Ambos bandos querían recortar los impuestos a una gran variedad de bienes.
El proceso era delicado, ya que los productores locales suelen recelar la competencia extranjera.
Los japoneses tenían un interés especial en incrementar las ventas de sus automóviles en Europa. Los europeos, a su vez, querían aumentar la presencia de sus productos lácteos en el país asiático.
El gobierno nipón no ponía muchos obstáculos a la importación de los quesos curados, como el cheddar y el gouda, ya que el país no produce ninguna de sus variedades.
Fuente de la imagen, TORU YAMANAKA
Los japoneses querían incrementar su venta de automóviles en Europa.
Pero los agricultores japoneses sí elaboran quesos suaves y esto acabó resultando una gran barrera a principios de este año, cuando las negociaciones se acercaban a su final.
Después de un regateo que se alargó hasta altas horas de la noche, el comisario de Agricultura de la UE, Phil Hogan, consiguió llegar a un acuerdo.
Japón se comprometió a permitir que los europeos introdujeran un máximo de 31.000 toneladas de queso blando a cambio de abrir casi por completo el mercado a los curados.
Unos días después, las autoridades europeas y el primer ministro nipón, Shinzo Abe, anunciaron en Bruselas este acuerdo al que algunos llamaron: "automóviles a cambio de queso".
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Los productores de leche belgas bloquearon el acuerdo comercial entre UE y Canadá.
Después de años de negociaciones, la UE y Canadá definieron el tratado de libre comercio más ambicioso que se haya acordado hasta la fecha: el Acuerdo Integral sobre Economía y Comercio (Ceta, por su sigla en inglés).
Pero la normativa europea dicta que pactos de gran envergadura como este deben contar con el apoyo de los 28 miembros de esta entidad supranacional.
Para complicar aún más las cosas, en Bélgica, las leyes nacionales exigen a su vez la aprobación de los siete parlamentos con los que cuenta este país.
Uno de ellos corresponde a la francófona Región Valona,la única entidad europea que lo rechazó.
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Bélgica tiene siete parlamentos y uno de ellos, el de la Región Valona, fue la única entidad europea que rechazó el Ceta.
En esta región acérrimamente socialista, los políticos tenían reticencias respecto al mecanismo de resolución de conflictos que determina el Ceta, pero también les preocupaba mucho laleche.
Los productores de leche valones temían el impacto que este tratado podía tener en sus ventas.
Un grupo de ellos marchó a la sede de la Comisión Europea, en Bruselas para mostrar su rechazo.
Eventualmente, los líderes políticos belgas consiguieron superar el veto al incluir en el documento un apéndice en la que se respondía a las inquietudes de los ganaderos.
La UE dio en febrero el último visto bueno al Ceta, aunque este aún no ha entrado en vigencia.
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