Los procesos electorales son pilares fundamentales de la democracia, ya que permiten la expresión libre y legítima de la voluntad popular. Sin embargo, para el caso de nuestro país, la confianza en dichas instituciones ha experimentado altibajos que reflejan desafíos estructurales y cambios sociopolíticos de gran trascendencia.
En este artículo, te invito a que exploremos el panorama de las Instituciones Electorales en el pasado y el presente, para entender cómo ha evolucionado la percepción de la credibilidad de las instituciones electorales en el contexto de los últimos 20 años.
Hace dos décadas, muchos países de América Latina aún se recuperaban de regímenes autoritarios y conflictos armados. Las elecciones eran percibidas como instrumentos para la consolidación democrática, pero la credibilidad de las instituciones encargadas de su organización estaba en entredicho debido a prácticas fraudulentas y manipulaciones. México y otros países experimentaron irregularidades que alimentaron la desconfianza ciudadana que seguimos padeciendo y que no nos han permitido afianzar la legitimidad de las instituciones electorales.
En los años siguientes, varios países implementaron reformas destinadas a fortalecer la imparcialidad y transparencia en los procesos electorales. Organismos autónomos y tribunales electorales independientes se crearon para supervisar y garantizar elecciones justas. Estos cambios, sumados a la creciente conciencia ciudadana y la expansión de las redes sociales, contribuyeron a un aumento gradual en la confianza en las instituciones electorales, como lo fue en el caso del Instituto Nacional Electoral en México.
A pesar de los avances, los desafíos persistentes y nuevas amenazas han planteado interrogantes sobre la credibilidad de las instituciones electorales en la actualidad. Uno de los principales desafíos es la persistencia de la corrupción y la influencia del dinero en la política. Casos de financiamiento ilícito de campañas y la compra de votos han erosionado la confianza en la integridad de los procesos electorales y más aún en las instituciones electorales.
Además, la polarización política y la propagación de desinformación a través de plataformas digitales y de toda clase de redes sociales, los ataques mediáticos directos a las instituciones político-electorales, la indulgencia institucional en la aplicación de los mecanismos de defensa de la ciudadanía, los candidatos o los partidos políticos, han socavado la percepción de equidad en las elecciones. La utilización de noticias falsas y campañas difamatorias ha llevado a cuestionamientos sobre la validez de los resultados y la imparcialidad de las instituciones encargadas de garantizar elecciones trasparentes y limpias. La gente es más susceptible a la desinformación cuando la confianza en el sistema político es baja y la polarización política es alta. La baja confianza y la alta polarización probablemente reflejan problemas persistentes en los resultados económicos, sociales y de gobernanza, problemas que no son producidos por las instituciones electorales, pero que, paradójicamente les provoca una afectación directa de parte de la ciudadanía.
En el caso de México y varios países de América Latina, el camino hacia la credibilidad de las instituciones electorales ha estado marcado por luces y sombras. Elecciones exitosas y pacíficas han sido contrarrestadas por momentos de tensión y desconfianza ciudadana. Aunque se han logrado avances notables en términos de regulación y supervisión, la percepción de parcialidad y la vulnerabilidad a las presiones políticas aún persisten en algunos sectores, y nuestro país no es la excepción.
No es una tarea sencilla, recobrar la confianza ciudadana y fortalecer la credibilidad de las instituciones electorales en México y América Latina seguirá siendo un reto complejo. A pesar de los avances hacia la imparcialidad y la transparencia, desafíos como la corrupción, la desinformación y la polarización siguen planteando dudas sobre la integridad de los procesos electorales. La construcción y el mantenimiento de la confianza ciudadana en estas instituciones requieren esfuerzos continuos para fortalecer la transparencia, la rendición de cuentas y la educación cívica. Solo a través de la colaboración entre la sociedad civil, los actores políticos y las instituciones electorales será posible consolidar democracias sólidas y creíbles.
Lic. Silvia Patricia Rasgado López
Ex Consejera Electoral Distrital
CD07 INE Oaxaca
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