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Las perspectivas económicas vuelven a ser inciertas en medio de las turbulencias del sector financiero, la elevada inflación, los efectos actuales de la invasión rusa de Ucrania y tres años de COVID. El Fondo Monetario Internacional proyecta que el crecimiento mundial caiga del 3,4% en 2022 al 2,8% en 2023, y que se estabilice en el 3% en 2024.
En el informe Perspectivas de la economía mundial, publicado este martes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revela que, al contrario de lo que se pensaba a principios de 2023, la economía mundial no podrá lograr una recuperación estable, con una inflación a la baja y un crecimiento paulatino, debido a la persistencia de una inflación alta y las recientes turbulencias del sector financiero.
Aunque la inflación ha disminuido a medida que los bancos centrales han subido los tipos de interés y han bajado los precios de los alimentos y la energía, la inflación subyacente continúa y los mercados laborales permanecen tensos en varias de las economías más importantes.
De hecho, la proyección para los próximos cinco años se sitúa entorno al 3% a nivel mundial, lo que representa la estimación más baja a medio plazo desde 1990.
Según el informe, la previsión de referencia es que el crecimiento a nivel global caiga del 3,4% en 2022 al 2,8% en 2023 y que se estabilice en el 3% en 2024.
En concreto, en Latinoamérica y el Caribe se prevé que el crecimiento caiga del 4% en 2022 al 1,6% en 2023 y se recupere hasta el 2,2% en 2024. España experimentarán una ralentización del crecimiento especialmente pronunciada, del 5,5% en 2022 al 1,5% en 2023 y subirá al 2% en 2024. Sin embargo, la previsión para el conjunto de economías avanzadas es del 2,7% en 2022 al 1,3% en 2023.
Asimismo, la inflación general mundial se reducirá del 8,7% en 2022 al 7,0% en 2023, debido a la bajada de los precios de las materias primas, pero es probable que la inflación subyacente disminuya más lentamente.
Por otra parte, el FMI plantea un segundo escenario posible, en el que existan mayores tensiones en el sector financiero. En este caso, el crecimiento mundial disminuiría hasta aproximadamente el 2,5% en 2023, y el crecimiento de las economías avanzadas caería por debajo del 1%.
El tipo de interés natural es importante tanto para la política monetaria como para la fiscal, ya que es un nivel de referencia para calibrar la orientación de la política monetaria y un determinante clave de la sostenibilidad de la deuda pública.
En este contexto, la rápida subida de los tipos de interés oficiales ha tenido un efecto atemorizante en el sector financiero, ya que ha dejado expuestas vulnerabilidades del sector bancario, incrementando los temores de contagio a las instituciones financieras, ya sean bancarias o no. Como consecuencia, los políticos han tomado medidas contundentes para estabilizar el sistema bancario y la estabilidad financiera fluctúa según se perciban los riesgos.
Paralelamente, las otras grandes fuerzas que configuraron la economía mundial en 2022 parecen dispuestas a continuar este año, pero con intensidades diferentes. Los niveles de deuda siguen siendo elevados, lo que limita la capacidad de las políticas fiscales para responder a nuevos retos.
Los precios de las materias primas, que subieron bruscamente tras la invasión rusa de Ucrania, se han moderado, pero la guerra continúa y las tensiones geopolíticas son elevadas. Las cepas infecciosas del COVID-19 causaron brotes generalizados el año pasado, pero las economías que se vieron muy afectadas, sobre todo China, parecen estar recuperándose, lo que alivia las perturbaciones de la cadena de suministro.
A pesar de las ventajas derivadas de la bajada de los precios de los alimentos y la energía y de la mejora del funcionamiento de la cadena de suministro, continúa la incertidumbre, provocada por las recientes turbulencias del sector financiero.
Estas perspectivas reflejan la necesidad de políticas para reducir la inflación, y hacer frente a las consecuencias del reciente deterioro de las condiciones financieras, la guerra en Ucrania y la creciente fragmentación geoeconómica.
Según el FMI, los políticos tienen un estrecho camino que recorrer para mejorar las perspectivas y minimizar los riesgos:
La Organización prevé que, una vez que las tasas de inflación vuelvan a sus objetivos, los tipos de interés disminuirán hasta alcanzar niveles anteriores a la pandemia.
Por otra parte, el FMI insta a adoptar las medidas fiscales oportunas, o incluso la restructuración, para sostener la deuda a medio plazo y llevar a cabo acciones para hacer frente a los factores estructurales que impiden la oferta y para así aumentar el crecimiento.
Por último, recuerda que las medidas para reforzar la cooperación multilateral son esenciales para avanzar en la creación de una economía mundial más resistente, por ejemplo, reforzando la red de seguridad financiera mundial, mitigando los costes del cambio climático y reduciendo los efectos adversos de la fragmentación geoeconómica.
Ese coste se acercará a los dos billones de dólares, con un crecimiento del 10% sobre la máxima histórica alcanzada en 2021. Los países de bajos ingresos serán los que más sufran por esta subida, poniéndose en peligro su capacidad de acceder a la comida.
La suma de las múltiples crisis derivadas de la pandemia, el endeudamiento excesivo, la inflación, el cambio climático y la guerra en Ucrania podrían dejar la economía mundial en una situación más precaria que la registrada tras la crisis financiera de 2008. Este año, el crecimiento global sería del 2,5% y el próximo de 2,2%. América Latina avanzaría un 2,6% este año y 1,1% en 2023.
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