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Nota del editor: Fernanda Diez-Torres es directora de Relaciones Institucionales del Centro de Estudios Económicos Espinosa Yglesias. La puedes seguir en Twitter como @Fer10Torres. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
A Carmen Caballero Camarillo de Cortés, poblana ejemplar que lideró y consiguió el voto para las mujeres.
(Expansión) — La mitad de los candidatos por los que votaremos el 1° de julio serán mujeres. ¿La razón? El último cambio a la ley obliga, a través de una “acción afirmativa”, que el 50% de los candidatos presentados por los diversos partidos deba de ser mujeres.
Es un hito histórico a nivel mundial. México se convierte así en punta de lanza en ofrecer igualdad de oportunidades políticas a las mujeres.
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Casi justo, pues las mujeres representamos el 51.83% de la lista nominal, esto es 46 millones y fracción de votantes.
La razón se da por los bajos porcentajes en la elección de mujeres, algunos números:
Lo anterior señala la necesidad de buscar que el 50% de los puestos de elección popular sea dirigido a mujeres, lo cual, como se mencionó anteriormente es un parteaguas.
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Cuando se implementan las “acciones afirmativas” deben buscarse mecanismos para que funcionen y en determinado tiempo retirarlos.
Porque también son criticables. Además de que solo es para que las mujeres tengan igualdad de oportunidades de ingreso a la vida pública. En el caso de la iniciativa privada o del servicio público, nunca se contrata a igual número de hombres y mujeres solo porque sí. Se exige igual a unos y otras (tal vez más a nosotras) para acceder a un determinado puesto de trabajo. La competencia se basa en las capacidades, al menos en el inicio; conforme se avanza, existe un terrible techo de cristal para nosotras. Esto es, con las mismas cualificaciones, la mujer no pasará de cierto nivel de rango en el trabajo, mientras el hombre la superará y, por ende, ganará más. (También está probado que en el mismo puesto, a nosotras en general nos pagan menos).
Como todo, dependerá de que no se quiera burlar la ley. Me explico. La ley obliga a que el 50% de las candidaturas sea para mujeres. Hasta ahí se tiene que cumplir a rajatabla. Sin embargo, el término de “juanitas” puede fortalecerse con las decisiones de los partidos. Ya sea que pongan como candidata a una mujer y de suplente a un hombre. Una vez ganada la elección, si la mujer decide declinar, no ejercer su puesto, puede quedar su suplente. Esto aplica para senadurías, diputaciones (federales y estatales), presidencias municipales y regidurías. Una belleza de abuso.
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Desafortunadamente, el caso hipotético deja de serlo. Ejemplos hay, el último en Puebla, Javier López Cuevas, secretario estatal del PAN (está grabado, pero puede pasar en cualquier estado y/o partido), solicitó que la mujer en cuestión sea “alguien de muy bajo perfil, de muy bajo perfil” y de “extrema confianza” para que en su momento puedan declinar por otro partido o candidato sin oponer resistencia… Al individuo en cuestión se le olvida el respeto a la ley y también que la candidata a la gubernatura por su partido es mujer.
A esto hay una realidad que no se puede obviar. Especialmente en muchos municipios, donde la candidatura debe de ser para una mujer, esta última carece de la preparación básica para ser propuesta para un puesto de elección popular, con lo cual, dicha nominación recae en la hermana, esposa, hija del que hubiera sido el mejor candidato y con ello, en lugar de mejorar el debate legislativo y probar la valía de las mujeres, se traduce en nepotismo, continuismo, y una gran propuesta se vuelve inservible.
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A través de los años, el papel de la mujer en la política ha ido cambiando, aunque no tanto como nos gustaría. En 1952, doña Carmen Caballero Camarillo de Cortés, acompañada por un nutrido grupo de mujeres –adelantadas a su tiempo- logró que el entonces candidato Adolfo Ruíz Cortines se comprometiera a apoyar su petición de poder votar. Logró la modificación a nuestra Carta Magna en 1953, y en 1955, las mujeres pudimos votar en México. Fue hasta 1982 cuando, por primera vez, una mujer –Rosario Ibarra- se postuló como candidata a la presidencia de la República. Con ella, solo hemos tenido 6 candidatas a dicha función. Incluyendo a la actual, Margarita Zavala.
El cambio no solo se da en la Ley, debe darse en la actitud de todos nosotros en exigir su cumplimiento, en forzar a que las candidatas tengan las mejores cualidades (también los candidatos) y una vez que sean electas, obligarlas a NO ceder su lugar. Solo así tendrá valor que lleguen a las máximas tribunas de nuestra nación.
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