Fuente de la imagen, BBC World Service
Así se resumió el horror de la matanza:
"Las calles de Torreón a las tres de la tarde estaban cubiertas de cadáveres… La consternación en que quedó la ciudad es indescriptible, no hay palabras con que expresarla".
El autor de estas líneas fue el periodista Delfino Ríos, testigo del asesinato de 303 chinos ocurrido el 15 de mayo de 1911.
Es la masacre más violenta de ciudadanos de ese país en la historia del continente americano, según historiadores.
La mitad de la comunidad china de Torreón, Coahuila, en el noreste de México fue asesinada.
Y sin embargo, el hecho es poco conocido en el país.
Los estudios e investigaciones académicas son escasos, y en los archivos de la localidad prácticamente no existen las menciones al tema.
Es como si la matanza se olvidara durante casi un siglo, le dice a BBC Mundo el investigador Carlos Castañón Cuadros, del consejo académico del Museo Arocena de Torreón.
"Hubo un silencio cómplice de una sociedad que no quiso afrontar o reconocer que fue parte de esa violencia, y la mejor manera de abordar ese terrible suceso histórico fue no hablando de ello".
La masacre ocurrió durante la Revolución Mexicana, que inició el 20 de noviembre de 1910.
Durante seis meses los insurgentes superaron al Ejército del gobierno federal, encabezado por Porfirio Díaz, especialmente en el norte del país, que para mayo de 1911 conservaba pocos bastiones en la zona.
Entre ellos se encontraba Torreón, una próspera ciudad en el centro de una de las regiones agrícolas y algodoneras más fértiles del país, la Comarca Lagunera.
En el lugar se asentaron decenas de familias originarias de China, especialmente de la región de Cantón, quienes huían de la hambruna de sus comunidades.
Otros escaparon de la persecución racial en Estados Unidos, particularmente en el estado de California.
En 1911 la comunidad china de Torreón estaba integraba por unas 600 personas, la mayoría comerciantes, campesinos o propietarios de lavanderías.
También había personas adineradas que fundaron el principal banco de la ciudad.
La madrugada del 15 de mayo de 1911 llegaron a Torreón unos 2.000 soldados de las fuerzas leales a Francisco I. Madero, iniciador del movimiento revolucionario.
Los miembros del Ejército federal que custodiaban la ciudad –cerca de 400, dice el historiador Castañón Cuadros, aunque otras versiones hablan de 700- abandonaron la zona después de unas horas de combate.
Durante varias horas no hubo gobierno en la ciudad.
Las investigaciones sobre el inicio de la masacre coinciden en que decenas de vecinos saquearon los comercios de la ciudad, especialmente de la comunidad china.
Fuente de la imagen, BBC World Service
Los agresores les acusaron de aliarse con las fuerzas de Porfirio Díaz, porque aparentemente los soldados federales dispararon desde comercios y casas de los ciudadanos asiáticos.
Nunca se comprobó la versión. Lo único claro es que en pocos minutos el saqueo se convirtió en violencia extrema contra los chinos.
El historiador Marco Antonio Pérez Jiménez documentó que la turba asesinó con saña a las víctimas, sin importar que entre ellas hubiera adolescentes, niños y mujeres.
No fue parte de la batalla por controlar la ciudad, le dice a BBC Mundo el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"Hay una agresión más allá de la simple lucha. La acusación fue que defendieron junto con los porfiristas la plaza de Torreón, con eso justificaron ir contra ellos" explica.
"Pero la forma del asesinato revela un odio que va mucho más allá de la lucha, de una cuestión de guerra".
¿Por qué fue posible una masacre como la de Torreón?
Los investigadores consultados por BBC Mundo coinciden en que el país, como otros en Latinoamérica y Estados Unidos, vivía un clima social de xenofobia y racismo contra inmigrantes asiáticos y árabes.
Por ejemplo en Sonora, en el noroeste de México, el congreso local decretó leyes que prohibían el matrimonio entre mexicanas y chinos.
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También recluyó en zonas especiales a ciudadanos de ese país, e incluso permitió su expulsión del estado en algunos casos.
El movimiento antichino de Sonora tuvo influencia nacional porque el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, era sonorense.
De hecho el gobernante Partido Nacional Revolucionario (PNR) destinó una parte de su cuota de diputados en el Congreso de la Unión a representantes de este grupo de xenofobia.
El PNR es antecesor del actual Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Pero en Torreón el ambiente era particularmente hostil contra los chinos.
Antes de la Revolución, en 1907, en la Comarca Lagunera se asentaron grupos anarquistas identificados con el periodista Ricardo Flores Magón.
Los magonistas, cono se les conocía, "se pronunciaron abiertamente contra los chinos por considerarlos una migración indeseable, una competencia a los trabajadores mexicanos", explica el investigador Castañón Cuadros.
Cuando inició la lucha armada los anarquistas engrosaron el ejército de Francisco I. Madero.
Además, como en otras partes del país, en la ciudad existía la creencia de que los ciudadanos asiáticos le quitaban el trabajo a los mexicanos.
A los prejuicios económicos se unió el racismo. Los ingredientes se mezclaron en el amanecer del 15 de mayo de 1911.
Después de la matanza China –que años antes había firmado un pacto de amistad y comercio con México- reclamó una investigación y castigo a los responsables.
El gobierno del presidente Francisco I. Madero ofreció una indemnización, que no se pagó porque el mandatario fue asesinado en 1913.
Muchas familias chinas sobrevivientes huyeron de Torreón, pero los que se quedaron no hablaron del tema durante décadas, asegura Castañón Cuadros.
Los vecinos mexicanos también guardaron silencio hasta la década de 2000 cuando se realizaron varios actos de desagravio a la comunidad china.
Entre marzo y abril de este año el Museo Memoria y Tolerancia de Ciudad de México organizó una muestra fotográfica sobre el racismo que incluyó la masacre en Torreón.
Algo importante, insiste el investigador Pérez Jiménez. "Es necesario que las personas lo conozcan y lo entiendan, es más allá de visibilizar el racismo, es una tarea de la historia".
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