En Oaxaca se han registrado unos 4 mil sitios arqueológicos, pero sólo 11 están abiertos al público. Del resto, la mayoría se encuentra bajo tierra o sin investigar, pues el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) carece de presupuesto para su estudio, admiten especialistas de la institución. Es así que los más recientes hallazgos en el estado, pese a ser “relevantes”, han tenido que volverse a cubrir.
Derivado del trazo de la carretera Oaxaca-Istmo –cuya conclusión ha sido pospuesta en dos ocasiones debido a la lentitud de los trabajos-, un equipo del INAH encontró el año pasado asentamientos prehispánicos que incluyen conjuntos arquitectónicos monumentales, juegos de pelota, montículos, plazas, plataformas, unidades habitacionales y altares prehispánicos.
De acuerdo con el delegado estatal del INAH, Sergio Bautista Orzuna, en las localidades de San Pedro y San Pablo Ayutla, Santo Domingo Narro, Santiago Quiavicuzas y San Juan Lachixila se encontraron también terrazas de dimensiones diversas -la mayor mide 3 mil por 600 metros. Pero no hay un proyecto para continuar con su estudio y rescate, ya que implicaría gastos para custodia, mantenimiento, servicios de vigilancia, conservación y una política de seguridad alrededor.
“Estos sitios los registramos, excavamos, dibujamos y fotografiamos para dar fe de su existencia mediante reportes técnicos; sin embargo, por protocolo en el país tienen que ser cubiertos de nueva cuenta, de acuerdo con las leyes internacionales con respecto a la conservación del patrimonio arqueológico, esperando que en algún otro momento se pueda regresar a explorarlos, siempre y cuando exista presupuesto”, explica Andrade Cuautle, arqueólogo responsable de los trabajos.
De acuerdo con información del INAH, en México existen 29 mil zonas arqueológicas registradas, de las que sólo 181 están a disposición de visitantes, pero se calcula que hay cerca de 200 mil locaciones con vestigios.
“El presupuesto para mantener y conservar un sitio arqueológico es altísimo, la atención de las zonas puede ser de 4 a 7 millones por año dependiendo de sus características; jamás podríamos atenderlas, ni con todo el presupuesto de la federación podría darse atención a los 4 mil registrados en la entidad”, puntualiza Sergio Bautista.
Es por lo anterior que el estado cuenta únicamente con 11 zonas arqueológicas abiertas, las más importantes, Monte Albán y Mitla.
Los vestigios encontrados en Oaxaca, según las valoraciones del INAH, pertenecen a los periodos Clásico (400-850 d. C.) y Postclásico (850-1521 d. C.). Falta aún determinar a qué cultura podrían corresponder. Si bien observan una fuerte relación con grupos zapotecos que habitaban en los Valles Centrales de Oaxaca, dicen que han encontrado otros elementos culturales que no corresponden a ellos, por lo que aún no se determina al grupo étnico que pertenecieron.
LAS COMUNIDADES, AFECTADAS
Ubicados en la región de la Sierra Norte, los hallazgos en el municipio de San Pedro y San Pablo Ayutla ocasionaron que la obra carretera se detuviera en una ocasión para replantear el trazo vial a fin de evitar afectaciones a los vestigios.
Habitantes de la localidad entrevistados refieren que nunca se enteraron de forma oficial de los trabajos de excavación, cuyos resultados desconocen incluso las autoridades de bienes comunales, como David Martínez Vásquez.
Minerva Galván Martínez, cuya madre es propietaria del terreno donde se registraron los hallazgos, explica que hace aproximadamente un año llegaron al lugar trabajadores del INAH e hicieron algunas exploraciones. “No dijeron qué encontraron, únicamente acordonaron la zona y hasta la fecha desconocemos exactamente lo que pasó, al igual que las autoridades municipales”.
Es únicamente en el paraje El Magueyal, ubicado a 30 minutos de la cabecera municipal -cuya población de acuerdo con el Censo 2010 del INEGI es de 6 personas-, donde la gente tiene conocimiento de los hallazgos. Esto se debió a que los terrenos que conforman la localidad fueron prácticamente divididos a la mitad para dar paso a la vía de comunicación que pretende reducir de 5 a 2 horas y media el traslado de la capital del estado al Istmo de Tehuantepec.
De acuerdo con Sergio Bautista, tras los ajustes al trazo carretero, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes tuvo que fraccionar terrenos para dejar paso al nuevo camino. Pero esas tierras, acusaron los propietarios en entrevista, les fueron comprados “a precios irrisorios” por la dependencia. Maurilio Martínez García dice que después de que el INAH encontrara vasijas y “una especie de casa con escaleras” en su terruño, del cual desconoce la dimensión, la mayor parte le fue comprada a través de un pago único de 27 mil pesos.
Margarita Martínez, propietaria de otro predio, lamenta no haber sido asesorada en cuanto al precio justo de sus tierras, y sobre todo el no poder hacer uso de ellas para la siembra como lo hacía antes de que el trazo carretero le quitara el 70 por ciento de su patrimonio. Además, sostiene, el proceso de excavación y traslado de vestigios se hizo sin su conocimiento y consentimiento.
“Fue un trabajador de las excavaciones quien nos dijo que estaban sacando ollas sin que nos diéramos cuenta. Las autoridades municipales trataron de hacer algo, pero no pudieron; únicamente se logró que nos pagaran el terreno, aunque yo digo que lo pagaron muy barato; con eso nadie me va a querer vender otra propiedad”.
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