Morena todavía no ha elegido a su candidato para la presidencia, pero ya han empezado a aparecer los primeros opositores en la competición. El exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz Ortiz ha decidido entrar en la carrera por la jefatura nacional como candidato independiente, y lo ha hecho con un extravagante vídeo que lo sitúa en diversas situaciones de peligro, como un atraco o un secuestro, en el que va describiendo un paisaje desolador. “La situación en México es alarmante. La delincuencia está imparable y tiene los números más desastrosos de la Historia”, comienza narrando.
El antiguo político del PRI no se anda con rodeos y va directamente al choque con el partido oficialista, al que responsabiliza de la violencia y la inseguridad que golpean al país. “Morena y su Gobierno son aliados del crimen organizado y el narco. No podemos seguir así. […] No tenemos país, Morena y su Gobierno lo secuestraron”, acusa con dureza en el audiovisual publicado en sus redes sociales. El polémico exgobernador cierra el mensaje prometiendo “poner orden y darle paz a los mexicanos”.
No es la primera vez que el ya candidato elige este formato particular para hacer llegar sus mensajes. El pasado octubre lanzó un vídeo parecido en el que manifestaba su intención de entrar en la pelea que se librará el año que viene. Entonces las imágenes discurrían en blanco y negro y defendía “mandar a la fregada a esos políticos que viven” del salario de la gente, pero no mencionaba explícitamente a Morena, como en el difundido este jueves. Las cartas están ya sobre la mesa.
A pesar de haber sido militante y cargo del PRI desde los años 90, tras su expulsión de la formación a finales de 2021 Ruiz Ortiz ha adoptado un discurso que busca alejarse al máximo de los partidos tradicionales. A propósito de los comicios estatales de junio en el Estado de México y Coahuila, escribió: “El PRI en pleno funeral y el PAN reviviendo muertos, el mensaje es claro. Los partidos están perdidos, cada día conectan menos y tú lo sabes. En el 2024, vamos a darles la vuelta con las candidaturas independientes”. En sus redes también se pueden leer mensajes como este: “Ciudadanos independientes, sí. Políticos de siempre, no”.
Su ruptura con el partido se fraguó en junio de 2021, cuando se enfrentó al todavía presidente del PRI, Alejandro Moreno, y comandó a un grupo de militantes para que tomaran la sede de la formación en la capital. Ruiz Ortiz le acusaba de desviar 500 millones de pesos de la Administración de Campeche, de la que fue gobernador hasta 2019, y llamó a levantarse a todos los Estados hasta forzar su dimisión, sin éxito. Su hostilidad hacia Alito Moreno, a quien ha llegado a llamar en varias ocasiones criminALITO, alcanzó el culmen a finales de 2021, cuando la formación lo expulsó de sus filas. Aunque el Tribunal Electoral de Ciudad de México revocó la decisión poco después, su unión con el partido quedó fulminada.
Antes del fatal desenlace, su carrera dentro del partido fue larga y ha estado repleta de decisiones polémicas y sospechas de corrupción. Primero fue diputado estatal de Oaxaca, más tarde diputado nacional y senador y, finalmente, gobernador de su Estado natal. Es en esta última etapa en la que su rostro saltó al panorama mediático nacional. Ganó las elecciones en diciembre de 2004 contra el exalcalde oaxaqueño Gabino Cué, que iba en cabeza en el conteo hasta que se produjo una caída del sistema informático. Dos accidentes similares después, Ruiz Ortiz terminó por hacerse con la gubernatura por 45.000 votos, rodeado de acusaciones de fraude.
El inicio atropellado de su Gobierno no mejoró después. En 2006 se enfrentó a una huelga de maestros que tuvo al Estado en vilo durante meses y que terminó por costarle el Ejecutivo. El desalojo de los protestantes en junio de ese año desembocó en la creación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), un enjambre de asociaciones que se erigieron en su principal oposición; y el despliegue de las fuerzas federales de seguridad terminaron de caldear un ambiente de por sí cargado de tensión.
Perdió el apoyó de su partido en octubre de ese mismo año, cuando el Senado exigió su dimisión, alarmado por la crisis de violencia en el Estado. Tras un camino empedrado de desencuentros y más de diez años después de su último cargo, el exgobernador priista vuelve ahora para hacerse con la joya de la corona, lejos de la formación en la que creció y de la que fue desterrado.
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