Eugenio Monterrey Chepov, Comisionado del INAI
Hace poco más de quince años se sembró una semilla que ha rendido frutos en el campo de la gobernabilidad democrática en México: el régimen de transparencia y acceso a la información.
Es un mérito de huella imperecedera que ese grupo de entusiastas bautizado por la periodista Ginger Thompson, del New York Times, como el Grupo Oaxaca nos legaran el primer resultado efectivo de un país en transición o alternancia.
En mi opinión, creo que nadie se esperaba el éxito y la evolución del derecho de acceso a la información y de los diseños institucionales responsables de garantizarlo. Por eso mi reflexión es destacar la importancia de un ave raris en la historia contemporánea mexicana en torno a las instituciones democráticas. No fue el llamado de los políticos, tampoco los acuerdos cupulares partidistas, ni siquiera una estafeta de campaña electoral, lo que propició una nueva visión de la relación Estado-sociedad. Esa nueva idea de vincular a las instituciones públicas y a la sociedad civil tiene una raigambre eminentemente social, una legitimidad que pocas expresiones en ley han tenido.
Podrá decirse que la Ley Federal de Transparencia de 2002 fue una iniciativa del Ejecutivo federal. Sí, en términos formales, pero en el fondo mantiene un anclaje social y desinteresado, sin más fin que reforzar la participación democrática en los asuntos públicos. Porque democracia no sólo es sufragar, sino también preguntar y exigir las decisiones documentadas de las instituciones públicas.
Ese es el legado, a mi modo de ver, del Grupo Oaxaca. Aunque, por supuesto, no puede reducirse sólo a eso. Ya que puede comprenderse desde diversas ópticas. Por ejemplo, el activismo social de los integrantes del Grupo Oaxaca permitió poner fin en 2002 al largo iter del derecho a la información, no obstante que desde 1977 se había consagrado en la Constitución.
O bien, gracias a la versión de Ley Federal de Transparencia proyectada por el Grupo, detonaron un efecto “dominó o cascada” que impulsó la generación de leyes en las distintas entidades federativas que conforman la Unión. Por lo cual se puede hablar de la primera generación de leyes de transparencia. Dicha generación es el primer esfuerzo por regular el acceso a la información.
En fin, son muchos los legados del Grupo Oaxaca, a cuyos integrantes debemos expresar nuestra admiración, nuestro respeto y, sobre todo, nuestra gratitud.
Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.
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