OPINIÓN
Es impensable pensar en el pasado, presente y futuro de nuestro país sin asociarlo a la realidad política que ha tenido en el transcurso del tiempo. México ha cambiado su manera de gobernar en cuanto a discursos pero objetivamente, a mi parecer, es estructuralmente similar.
La ciudadanía tiene el derecho de involucrarse en las decisiones que imperan en el sector público; estos sectores son elegidos por votación pública -en la mayoría de ocasiones- y son financiados por las aportaciones que financiamos como personas y que tienen como objetivo la prevalencia de un estado de derecho.
La política genera debate y discurso pero también ha generado rechazo y abstinencia; hemos visto la misma historia con diferentes personajes y aunado a esto, no vemos mejoras en sectores que han sido considerados como prioritarios; por el contrario, vemos apropiación de causas por parte de candidatos -o precandidatos- para fomentar confianza y empatía con la sociedad.
El feminismo es solo una de las decenas de movimientos que existen en nuestro país; también, existen causas que no han sido atendidas por la falta de diálogo, propuesta y capacitación en estos temas, como ejemplos podemos tener comunidades indígenas, migrantes, comunidad LGBTI+ y más.
Enfocandome directamente en género, el discurso político se encuentra favorable en palabras pero omiso en acciones; en marzo, noviembre y los días 25 de cada mes se puede leer y escuchar argumentos en pro de los derechos de las mujeres y reconociendo el reto que aún falta para que estemos en igualdad pero más allá de esos lapsos de tiempo, la realidad es que pocos agentes políticos se comprometen desde sus trincheras a cambiar la realidad mediante política pública, iniciativa o protocolos de actuación.
Ahora que comienzan las precampañas electorales, se ha generado un discurso que habíamos escuchado pero no se había tomado con seriedad y es que, existe la posibilidad real de que pueda haber una mujer presidenta; independientemente de quiénes conformen las candidaturas para la presidencia, existe un marketing político generando el motivador slogan de que una mujer puede ser presidenta.
No sería la primera vez que tuviéramos una candidata a la presidencia, han habido 6 mujeres antes de esta elección que pudieron haber llegado a este puesto: Rosario Ibarra, Cecilia Soto, Marcela Lombardo, Patricia Mercado, Josefina Vázquez Mota y Margarita Zabala pero las votaciones no fueron favorables.
Alegra y alienta que exista un discurso de género en nuestra elección más importante como ciudadanos, pero recordemos que ser mujer no representa estar a favor de los derechos de nosotras y que tampoco llegar a esa posición fue un proceso aislado ni gracias a ningún partido político, son luchas que vienen de décadas atrás de esta elección, que fundaron y motivaron mujeres que pudieron luchar por nuestros derechos políticos – electorales y que hoy nos permiten decir que una mujer puede ser presidenta.