En dicha Constitución se contemplan los acuerdos fundamentales de la comunidad política que incluyen la forma, estructuras y funciones del gobierno y las reglas para evitar una concentración excesiva de poder (pesos y contrapesos), los derechos fundamentales de las personas así como las reglas de acceso al poder político (elecciones, partidos políticos y derecho al voto, entre otras).
La relación entre democracia y Constitución no ha sido no siempre tersa y no fue sino hasta inicios del siglo XX que los Estados modernos encontraron la forma de reconciliar la fractura histórica entre ambas: por un lado, la democracia le dió respaldo popular a la Constitución y ésta a su vez legitimó el uso del poder en una democracia.
Las elecciones son un componente esencial de la democracia constitucional, pues permiten a los ciudadanos participar activamente en el proceso político al elegir a sus representantes y garantizan la rendición de cuentas de los líderes políticos a partir del derecho al sufragio. A través de elecciones libres, los ciudadanos tienen la oportunidad de expresar sus preferencias y opiniones sobre el contenido de la Constitución y las leyes y sobre cómo debería gobernarse el país.
“En estas elecciones están en juego nuestro sistema de pesos y contrapesos y las reglas del juego democrático para el futuro próximo. Sin duda una decisión compleja para el pueblo mexicano.”
Las elecciones también están vinculadas a la idea de responsabilidad y control. Los representantes elegidos deben ser responsables ante sus electores y rendir cuentas por sus acciones. Si no cumplen con las expectativas de los ciudadanos o si actúan en contra de la constitución y las leyes, pueden ser removidos del cargo en futuras elecciones.
El próximo 2 de junio de 2024 México vivirá probablemente una de las elecciones más complejas de la historia reciente en la cual más de 95 millones de ciudadanos mexicanos inscritos en la lista nominal podrán acudir a las urnas. Además de elegir al Presidente de la República número 66, los ciudadanos renovarán en su totalidad al Congreso de la Unión, conformado por 500 díputados federales y 128 Senadores y se elegirán 8 gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Asimismo se renovarán la totalidad de los Congresos locales (a excepción de Coahuila), la mayoría de Municipios del país y todas las alcaldías de la Ciudad de México.
Después de un sexenio en el que se logró establecer un discurso polarizante entre dos opciones políticas aparentemente antagónicas, entraremos a una elección de ratificación del movimiento denominado 4T y por primera vez veremos a los votantes evaluando el desempeño y resultados de actores políticos morenistas que en el pasado fueron beneficiarios de la extraordinaria popularidad del Presidente López Obrador a raiz del fracaso histórico del ejercicio del poder de los partidos tradicionales (PAN, PRI y PRD).
Para nuestra democracia constitucional es especialmente relevante la integración del Congreso de la Unión y veremos si el electorado decide darle la mayoría calificada a Morena para permitirle modificar directamente la Constitución[1] o si por el contrario opta por obligar a los partidos políticos en el Congreso a consensar alteraciones al marco constitucional vigente. En pocas palabras, en estas elecciones están en juego nuestro sistema de pesos y contrapesos y las reglas del juego democrático para el futuro próximo. Sin duda una decisión compleja para el pueblo mexicano.
[1] Recordemos que para modificar la Constitución se requiere la aprobación de las dos terceras partes de ambas cámaras (Diputados y Senadores) y la aprobación de la mayoría de las Legislaturas de los Estados y de la Ciudad de México.