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En Oaxaca, particularmente en el magisterio afiliado al llamado Cártel 22, hay una tendencia común: utilizar a sus correligionarios o compañeros fallecidos de manera trágica, como bandera para obtener ventaja política. Hacerse víctima y difundirlo es parte de la estrategia de dicho gremio y otros partidos políticos, sobre todo de izquierda, para “meter ruido” y aprovechar el repudio de la opinión pública para su propio interés político. Se han dado casos en que la propia familia de los fallecidos tiene que intervenir de manera enérgica, como fue el caso de una maestra, víctima de feminicidio en una comunidad de La Cañada, cuya familia tuvo que poner un hasta aquí, cuando un grupo de maestros, encabezados por la directora jurídica del Cártel, Edith Santibáñez, pretendía penetrar incluso al Instituto de Servicios Periciales para saber el resultado de la necropsia. En el caso del asesinato de quien fuera malogrado presidente municipal de Tlaxiaco, Alejandro Aparicio, no han faltado los buitres de la política local que ha pretendido agenciarse la bandera para llevar agua a su molino personal. Se trata de un ardid abominable y desde cualquier punto de vista, inmoral y perverso.
Obviamente se trata de un hecho desafortunado que no puede ser imputado ni al gobernador Alejandro Murat ni a los responsables de la seguridad pública. Serán las pesquisas e indagatoria que realice la autoridad competente, en este caso la Fiscalía General del Estado, quien diga la última palabra respecto a los móviles que llevaron al criminal que ya está vinculado a proceso a accionar el arma de fuego que privó de la vida a Aparicio Santiago y al Síndico, Perfecto Hernández. Pretender politizar el tema es juzgar a priori y sin elementos, pues eventualmente puede tratarse de venganza, ajuste de cuentas político o, simplemente, tema personal o familiar. Tratar de obtener ventaja política, haciendo de un hecho grave y doloroso para la familia, instrumento político o partidista, es sencillamente abominable. Ya es tiempo de que la opinión pública y la ciudadanía vayan poniendo en su lugar a estos buitres de la tragedia humana, que se montan sobre el muerto en busca de dinero o botín político. En este espacio editorial hemos criticado con dureza la actitud del magisterio, con una tendencia enfermiza a hacer mártires y victimizarse. Hay que desenmascarar a estos pillos.
Soberbia y prepotencia
En el equipo gubernamental que ha estado en el gabinete de Alejandro Murat, es parte de los comentarios cotidianos la soberbia y arrogancia con la que han sido tratados por quien funge como Subsecretario de Egresos y Contabilidad Gubernamental, Gustavo Marcello Benecchi Loyola, personaje cercano e íntimo de quien funge como Secretario de Finanzas del gobierno estatal, Jorge Gallado Casas. Muchos de los problemas de falta de liquidez, de pago a proveedores, de cumplimiento con los compromisos laborales de las dependencias y entidades, entre otras, han sido propiciadas por la falta de sensibilidad y conocimiento de los movimientos locales, de dichos funcionarios. El citado Subsecretario de Egresos ha tratado a funcionarios mayores y menores con una prepotencia inaudita, ya anacrónica en estos tiempos en que se trata de acercar el gobierno a la sociedad. En el mismo equipo gubernamental se desconoce si el propio ejecutivo estatal está de acuerdo con este tipo de tratos y que dichos funcionarios se hayan convertido en un verdadero cuello de botella, al obstaculizar el propio desarrollo en las tareas de gobierno.
Es importante subrayar que actitudes como la que apuntamos son contrarias a lo que ha pregonado el ejecutivo estatal en torno a la sencillez y humildad con la que deben comportarse los servidores públicos de su administración. Es más, la misma esposa del ejecutivo, Ivette Morán, ha mostrado mucha mayor sencillez que estos funcionarios que vienen de otras partes del país a querer imponer su comportamiento negativo a los oaxaqueños. Y ello es un agravio a todos, habida cuenta de que no han faltado algunos que se refieren a Oaxaca y a quienes aquí vivimos y nacimos, con afán peyorativo. Dicen a quienes quieran escucharlos que no toleran vivir en la capital oaxaqueña y que están hartos. Y eso lo dicen en nuestro propio terruño. Ojalá que con los cambios que se dice tiene en mente Murat Hinojosa pueda prescindir de este tipo de funcionarios que, lejos de coadyuvar a la buena marcha de su administración se han encargado de obstaculizarla, asumiendo de manera torpe, que los recursos que manejan son de propio peculio y no dinero del pueblo que les paga y a quien deben servir. Luego de experiencias pasadas muy desafortunadas, los oaxaqueños estamos hartos de este tipo de funcionarios. Si se comportan así con sus pares o compañeros en el gabinete, ¿qué podemos esperar los ciudadanos comunes y corrientes?
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