Vivir en México es saberse y sentirse afortunadas y afortunados por haber nacido en el ombligo de la luna.
Vivir en México es saber que septiembre es el mes patrio y que la frase ‘¡Viva México!’ no va sola. Que el grito completo es ‘¡Viva México, cabrones!’.
Vivir en México es entender que la frase ‘¡Viva México, cabrones!’, adjudicada a José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa, Pancho Villa o el Centauro del Norte, en función de su liderazgo y control de esa parte del país durante la Revolución de 1910, puede ser adaptada a cualquier situación histórica en la que la entrega y la fuerza de un país entero está a la orden cuando la Patria está en peligro.
Vivir en México es sentir que el ‘¡Viva México, cabrones!’ es una forma de celebrar una mexicanidad festiva, relajienta, alegre, pero también bronca y a veces brutal.
Vivir en México es debatir sobre si las quesadillas deben siempre llevar queso o no; es discutir qué estado es mejor en comida, música, bailables, tradiciones; es olvidar las diferencias cuando se trata de ser mexicanos y mexicanas frente a otras nacionalidades.
Vivir en México es disfrutar la belleza natural, los sabores, los olores, los colores, los sonidos, las texturas de un país multicultural, multifacético, multiétnico, poseedor de un pueblo noble pero rudo, amable pero feroz, solidario pero violento, apacible y estoico, pero también capaz de hacer estallar todo en pedazos cuando se harta de los agravios y los abusos.
Vivir en México es soñar con recuperar el país que fuimos décadas atrás en términos de seguridad y convivencia pacífica, y es mirar a un futuro mejor sin las lacras del pasado.
Vivir en México es reconocer la existencia de dos bandos y dos posturas claramente diferenciadas entre quienes apoyan al actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y quienes le rechazan siendo, hoy por hoy, mayoritaria la primera.
Vivir en México es estar hartas y hartos de los expresidentes de la República interesados en beneficiar a las élites en detrimento de los intereses y el bienestar de las grandes mayorías. Sólo como dato, no hay que olvidar que a partir del sexenio de Vicente Fox Quesada se condonaron 400 mil millones de pesos en impuestos, a valor actual, a ‘contribuyentes’ privilegiados en detrimento de las arcas públicas, además de estar señalado el mismo por deber al fisco, así como por los ‘negocios’ que su esposa y familia política hicieron al amparo del poder, como denunciara la periodista Anabel Hernández en su libro Fin de fiesta en Los Pinos; de los expresidentes ‘borrachos de poder’ que no quieren reconocer que su sexenio terminó y se empeñan en seguir interviniendo en la política nacional a pesar de los ‘efectos colaterales’ y del daño hecho a México durante su administración, sin nombres, saque usted conclusiones; de la mezquindad de quienes no quieren dejar de enriquecerse a costa de las clases medias y los pobres de este país, políticos y empresarios incluidos.
Vivir en México es estar hartos y hartas de los partidos políticos y sus intereses egoístas; es reconocer que el PAN de Marko Cortés vuelve a admitir a Vicente Fox en sus filas, el mismo que llamó a votar por Enrique Peña Nieto en 2012 a pesar de decirse panista y que abandonó el partido después de eso, ante la falta evidente de liderazgos y con el único afán no de volver a los valores tradicionales de este instituto político, sino para ir en contra de la decisión de 30 millones de mexicanos y mexicanas que votaron por el actual presidente de la República y boicotear su proyecto de nación, en lugar de unirse y pensar cómo contribuir a sacar al país del pozo al que ellos mismos lo lanzaron.
Vivir en México es reconocer también que el PRD, hoy conocido como Futuro 21, en la misma línea del PAN, ha llamado a sus filas a personajes huidos de otros partidos como José Narro Robles, Beatriz Pages Llergo, Gabriel Quadri de la Torre, Purificación Carpinteyro Calderón que, al igual que Vicente Fox, son vistos en política como ‘cartuchos quemados’; es decir, que ya fracasaron una o más veces en la búsqueda o apoyo a ciertas posiciones o proyectos políticos y que ahora, junto con Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete, conocidos como ‘los Chuchos’, los mismos que se encargaron de quebrar al PRD desde dentro, buscan recuperar todo aquello que no supieron cuidar y que mudó a Morena, desde el proyecto hasta sus liderazgos, pasando por los recursos económicos que año con año se asigna a cada partido. Al igual que el PAN de Cortés, los futuristas 21 no buscan refundar una opción política capaz de ofrecer una mejor visión de país sino sólo poner el pie a un proyecto que debieron frenar, en aparente contubernio con la derecha y las élites políticas y económicas que han sangrado a México, y se les escapó de entre las manos.
Vivir en México es estar cansadas y cansados de los intentos de fundar nuevos partidos, como ‘México Libre’, al que la gente comienza a parodiar como ‘Cuba Libre’, quién sabe por qué, de Felipe Calderón Hinojosa y Margarita Zavala Gómez del Campo, que al final terminan siendo negocios familiares que no aportan nada al espectro político nacional y si enturbian la vida nacional con intentos desestabilizadores cuyo fin último es perpetuar a un cierto grupo, muy alejado de los intereses nacionales, en el poder.
Vivir en México es admitir que la lucha en contra de AMLO no es por él, sino por los intereses que se afectarán con sus medidas redistributivas que buscan disminuir la enorme desigualdad social existente en el país, aunque no falta uno que otro aferrado como Fox, quien públicamente confesó que la razón de su vida era no dejar llegar a López Obrador a la presidencia de la República, ‘lástima Margarito’, poco más de 30 millones de votos le deshicieron su ‘sesudo’ plan. Y, eso que el proyecto de AMLO no es ni de lejos radical en términos económicos, sino de capitalismo atenuado (sin dejar de ser capitalista busca disminuir los efectos negativos del mercado sobre los grupos más desprotegidos), pero, aun así, quienes se han beneficiado con impunidad, tráfico de influencias y violaciones a la ley de todo lo que este país ofrece no quieren ceder ni una mínima parte de sus privilegios.
Vivir en México es saber que si el proyecto de nación ofrecido por AMLO, con todo el apoyo popular que tiene, fracasa, lo que le espera al país no es nada halagüeño, y no porque se piense en él como el único capaz de salvar a la Patria, sino por la fe puesta en él, por la esperanza de un pueblo cansado de esperar, de ver que sus esfuerzos para vivir mejor no alcanzan ni alcanzarán, de una clase media empobrecida, de los pobres de siempre, de los millones de jóvenes sin futuro. Hay que preguntarse: si la democrática no es la vía, ¿cuál entonces?
Vivir en México es estar conscientes de que el riesgo no es menor y las posturas extremas, como las de Fox y Calderón, que sólo buscan aumentar sus privilegios o, en último caso, vencer a su ‘archienemigo’, y en función de ello denuestan y buscan restar legitimidad al primer mandatario, no abonan a la solución de los graves problemas que enfrenta el país.
Vivir en México es desear que ambos expresidentes hagan lo que dijo AMLO que haría si no ganaba la presidencia en su tercer intento y sigan la sabia tradición priista de acuerdo con la cual, una vez terminado su sexenio, el político en cuestión no volvía a entrometerse en la gestión de su sucesor.
Vivir en México es reconocer que Fox y Calderón tuvieron seis años cada uno, doce entre los dos, para hacer de México el país de sus sueños, ¿qué pasó entonces?, ¿por qué estamos peor que antes que ellos llegaran?, ¿con qué autoridad moral cuestionan a la actual administración?, ¿qué van a enseñarle si sus acciones y proyectos no llevaron a México a un mejor estadio?, ¿por qué no, fieles a su supuesto liberalismo, ‘dejan hacer’ al actual presidente en lugar de tratar de desestabilizar al régimen, con el altísimo riesgo que esto conlleva, a escasos nueve meses de iniciado?
Vivir en México es saber que, si logran su cometido, cuando en el país se generalice el descontrol y el desgobierno, ellos tienen el dinero suficiente, suyo o nuestro, para abandonar el país y ponerse a salvo.
Vivir en México es reflexionar y no apoyar los intentos desestabilizadores en contra de un pueblo que ya ha sufrido bastante.
*La Dra. Ivonne Acuña Murillo es académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la IBERO
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