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En mi entrega del 23 de febrero del 2016 dije que el arzobispo José Luis Chávez Botello, por sus 75 años de edad y señalamientos en su contra “por proteger curas pederastas”, más temprano que tarde tendría que dejar el cargo en medio de cuestionamientos muy serios.
No se fue a tiempo y hoy lo envuelve el diabólico caso del cura Gerardo Silvestre sujeto a procesado penal por actos de pederastia. Los feligreses con sus protestas llegaron ayer a las puertas de la Catedral. Piden su cabeza.
Se aferró al poder eclesiástico y ahora está entrampado en el gran escándalo que significa la guerra: curas pederastas y sus protectores en el arzobispado contra los de la llamada “teología de la liberación”. Éstos últimos abanderan las quejas de viejos sacerdotes que, aún con gran ascendencia entre sus feligreses, el arzobispo ordenó echarlos de sus parroquias. La intención, según me informan sacerdotes disidentes, es para que sean ocupadas por “sus efebos” y sus socios en negocios como la renta de locales en el exconvento de La Compañía.
El desplazamiento de viejos párrocos en La Merced, Consolación, Huautla y últimamente en Telixtlahuaca, provocó tal malestar que unificó a los “rojillos”. En este momento quieren quitarle atribuciones al padre Casitas en el control de la capilla del Señor del Rayo. Me dicen que las órdenes de relevo del arzobispo las ejecuta el famoso padre Uvi (Wilfriod Mayrén) en su calidad de representante jurídico del arzobispado. El autoritarismo con que proceden ha causado depresión y hasta la muerte de los viejos sacerdotes. El fondo del asunto es que muchos de ellos se unieron al reclamo de la feligresía contra pederastas como el cura Silvestre a quien el propio Uvi defiende a ultranza. El escándalo más reciente de perversión sexual es el del rector de la Catedral y el acólito que denunció violación. También Uvi movió sus influencias para favorecer al acusado.
El inicio
Los escándalos que envuelven hoy a la jerarquía católica se venían venir como efecto del discurso del Papa Francisco en su reciente visita a nuestro país (“obispos que encubren pederastas son inconscientes y deben renunciar”), se avizoraba la salida de Chávez Botello.
El arzobispo no calculó el tamaño del torbellino que resultaría aceptar la sugerencia de su asesor legal el padre Wilfrido “uvi” Mayrén de tapar la pederastia en su Iglesia.
Hay dos documentos que confirman la situación de sobresalto que vive en este momento el arzobispo.
La cloaca empezó a destaparse con la publicación de una carta de los padres de la víctima del pederasta Silvestre.
EL documento cuya copia hicieron llegar a esta columna, tiene como abajo firmantes la señora Narcisa Mendoza y José Pérez, padres del niño victimado por el cura pederasta. Lo transcribo tal cual:
“Jesús es el menor agredido. Los hechos ocurrieron en el año 2000. El cura como los conocía los empezó a llamar al curato.
“En una ocasión el cura lo emborrachó y llegó de madrugada. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de lo que hacía Gerardo Silvestre, así se llama el cura pederasta. Vinieron unos curas a defenderlo cuando se había levantado el acta en el municipio (Huitzo).
“Los curas le dijeron al padre de la víctima que mejor le hubiera mentado la madre o le hubiera dado uno (al cura Silvestre), pero que no lo hubiera demandado.
“En el municipio les dijeron que ya le habían dicho al arzobispo porque no era la primera vez. Ya habían sacado a más niños borrachos del curato. Los curas que acudieron a defender al pederasta fueron el padre UVI y otros.
“En la carta que los padres de las victimas enviaron al Papa Francisco, le cuentan que estos sacerdotes fueron a defender al padre Gerardo Silvestre y amenazarlos porque lo que decían era mentira y que al menor lo iban a meter al consejo tutelar.
“El padre UVI los intimidó diciendo que llevaría un detector de mentiras y ahí caería la mentira del niño. En el pueblo tienen esa creencia que si se pone uno con el cura nos cae la maldición de ellos. La maldición será la que me eche mi madre si no hago algo por defender a mi hijo y para eso yo doy la vida. No se vale que el arzobispo no haya hecho caso. Él teniendo ese poder para castigar no lo ha hecho.
Jesús -uno de los niños atacados- cuenta que una vez borrachos el sacerdote les empezaba a tocar sus partes y les hacía lo que quería. Fueron varios pero tienen miedo a denunciar. Tuvimos que sacar al niño del pueblo”.
Detonante
El torbellino que hoy arrastra a Chávez Botello creció cuando en medios nacionales publicaron otra carta donde descubrían la intención del padre UVI de intimidar a los sacerdotes que tuvieron el valor de denunciar el hecho. Dice:
“Nos sumamos a la red internacional de universitarios que se solidarizan con el P. Dr. Manuel Arias en su defensa de los niños zapotecos de Oaxaca.
“Repudiamos y denunciamos el atentado y las amenazas de muerte en su contra, a raíz de la denuncia que interpuso, con otros sacerdotes, sobre la pederastia clerical y su encubrimiento en la arquidiócesis de Oaxaca. Hablamos del caso del presbítero Gerardo Silvestre Hernández, acusado de abuso sexual a 45 niños y el encubrimiento del arzobispo José Luis Chávez Botello.
“Exhortamos a los centros de derechos humanos a dar seguimiento puntual a este caso y a los intelectuales críticos para que estén al pendiente del desarrollo de los acontecimientos”. Firman defensores de los derechos de los niños de diversos países.
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